Habitar
Sábado 11 de enero de 2025
A veces es tan fina la línea, tan delgada. Casi un filo.
Como esas cuerdas de los equilibristas en la cual un mínimo movimiento erróneo puede desembocar en una caída. Como el andar en bicicleta que requiere siempre estar regulando el movimiento, retomando el equilibrio, volviendo al centro para, así, evitar esa misma caída.
Estar
¿Cómo estamos?
O mejor aún
Habitar
¿Cómo habitamos. Nuestros vínculos, nuestros espacios, nuestros proyectos?
Porque habitar es un punto más que estar. Es estar allí lo más presentemente que podemos. O, al menos que podemos hoy.
Y entonces lo complejo. Porque la palabra "presentemente" nos inquiere, nos interpela, nos cuestiona. Porque ¿qué significa "presentemente"?
Y, evidentemente, lo primero que significa es "siendo yo mismo".
Y entonces ¿soy yo mismo en mis vínculos, en mis espacios, en mis proyectos? ¿Digo aquello que siento, lo que pienso, llevo a cabo los movimientos que creo que son saludables, buenos para mí? ¿Elijo el lugar donde quiero que vayamos a comer? ¿Doy mi opinión en el tema del que estamos hablando? ¿Digo que no cuando no quiero algo? ¿Digo que sí?
¿O sólo escucho. Asiento. Sonrío,
Y miro la hora esperando irme?
Pero claro, aquí lo aún más complejo porque, evidentemente, estar "presentemente" no puede ser sólo hacer y decir lo que quiero y siento. Porque también hay un otro allí. No estoy sólo,
Y entonces ¿puedo escuchar? ¿me interesa verdaderamente lo que le pasa al otro? ¿tomo en cuenta su opinión, su sentir, su dolor y su enojo? ¿Su deseo? ¿Escucho sus no? ¿Doy lugar a sus sí?
¿O sólo discuto, quiero ganar, ordeno.
Triunfo?
Porque ¿Soy verdaderamente yo cuando no me doy lugar? Y ¿soy verdaderamente yo cuando no doy lugar al otro?
Ser verdaderamente yo no es fácil. Ni es algo que se consigue totalmente todo. Ni para siempre siempre.
Ni es algo rígido.
Ni algo estático.
Ni fijo.
No. Se da de a poco y cada vez un poco más, a partir de un sutil movimiento casi imperceptible y permanente de volver a uno mismo una y otra y otra y una vez.
Como el equilibrista que, moviéndose apenas, recupera una y otra vez el equilibrio que casi pierde una y otra vez.
Y casi se cae y no se cae y quizá se cae y no se cae. Y así camina.
Como cuando andamos en bicicleta. Y así andamos.