Como si tal cosa
Sábado 26 de julio de 2025
No podríamos ser más diferentes.
Como aquella canción de Serrat que narra la vida de Juan y de José, desde que se rateaban de la escuela para ir al río a pescar hasta que volvieron a encontrarse medio siglo después… y como si tal cosa…
Así, mi querido amigo Ale y yo volvimos a compartir una pizza y una cerveza el otro día, festejando atrasado el día del amigo, tal como hacemos una vez por mes o mes y medio hace ya más de 35 años.
Algunos tenemos suerte, tenemos en la vida alguien que tiene el cartelito de "mejor amigo".
Es una bendición, un regalo, un privilegio.
Nos conocimos cuando teníamos 13, en el primer año del secundario, pero nos hicimos amigos un poco después, a los 16 cuando nos rateábamos de la escuela con "permiso" del preceptor que hacía como que creía en nuestras improbables excusas para irnos y no nos ponía falta.
Después del secundario ya no coincidimos ni en la universidad ni en ningún otro lado y la vida nos llevó, como en la canción, por caminos diferentes. Quizá opuestos.
Mi espíritu viajero me hizo mandarle cartas, mails y ahora mensajes de whatsapps "con olor a ron" desde no sé cuántos lugares y siempre al mismo lugar; hasta hace sólo unos 5 años, cuando Ale finalmente se mudó con su pareja.
Yo fui y volví, hice y deshice mi vida no sé cuántas veces, conviví y dejé de convivir y volví a convivir, me casé y me divorcié. Ale tuvo varias parejas, pero sólo convivió con quien convive y nunca salió de Argentina.
Nos reímos de las mismas cosas de siempre una vez por mes o mes y medio. Y entre las mismas anécdotas inoxidables nos vamos contando la vida.
Él siempre estuvo cuando lo necesité (y hubo un par de veces en donde realmente lo necesité), como aquella vez en que, a mis 22 años, tuve mi primer desengaño amoroso y me aparecí en su casa un sábado a las 2 de la mañana y como él no estaba me senté a esperarlo (no había celular para saber por dónde andaba). Llegó como a las 5 y "como si tal cosa" se sentó al lado mío y le conté lo que me había pasado.
Alguna vez nos hemos peleado por política y otra porque empecé a cargarlo y cargarlo con un arreglo que estaba haciendo obsesivamente en el piso de un dto. que tenía que alquilar y él no me dijo nada y no me dijo nada y después simplemente desapareció; implotó y no contestó llamadas ni mensajes ni nada por 3 meses y entonces yo me enojé y también dejé de contestar. Ambas veces estuvimos una temporada sin hablarnos.
Después nos cansamos de estar peleados y nos fuimos a comer una pizza y una cerveza. Y a reírnos de las mismas anécdotas de siempre; y a contarnos la vida.
Ambos somos docentes.
Ambos somos buenas personas.
Ambos estamos más gordos, más canosos.
Yo más pelado, él no (sí, la envidia me acompaña).
Ambos tenemos el cartelito.
Ambos tenemos suerte.
Es una bendición, un regalo, un privilegio.