Borges, mi papá y "un minuto de silencio"
Sábado 21 de junio de 2025
El gran Borges dijo alguna vez "el fútbol son 22 hombres corriendo detrás de una pelota".
Mucho después de esa frase, cuando tenía unos 8 años, estaba mirando en la televisión un partido en el que jugaba Boca. Entonces mi papá, que era hincha de River, entró en la habitación, me sonrió y me preguntó
"¿Qué mirás?".
"Boca contra Ferro" respondí.
"Ah, y ¿quién querés que gane?"
"Boca" dije.
Su sonrisa se nubló. "Pero ¿cómo? ¿vos no eras de River?".
"Sí – le dije – pero cuando Boca juega contra otro equipo quiero que gane Boca".
Mi papá quedó serio unos instantes y entonces me dio, quizá, la mayor enseñanza que me dio en mi vida. Puso cara seria, me miró como un hombre experimentado mira a su hijo y me dijo:
"Mirá, los de River queremos que pierda Boca y los de Boca quieren que pierda River".
Por supuesto, no fue lo único que me enseñó mi papá. Pero, quizá, fue lo más importante.
Mucho más tarde de esa anécdota, en mi adolescencia, quizá mi etapa más angustiante y oscura (aunque de eso me di cuenta luego), el fútbol fue casi mi tabla de salvación (aunque también de eso me di cuenta luego). Allí, entre mis 14 y mis 18 o 19 años, cuando casi todo lo que un adolescente necesita y anhela estaba prohibido o mal visto, los domingos de fútbol (cuando el fútbol se jugaba sólo los domingos) era una isla extraordinaria. Y River se había convertido casi en lo más importante para mí.
Fue así como la obtención de la primera Copa Libertadores en 1986 constituyó sin dudarlo el momento más feliz de toda esa etapa. Yo tenía 15 años y todo ese año sólo pensaba en si finalmente River podría o no ganar una copa que en ese momento ya era una obsesión. Esa noche, cuando escuchando el partido por la radio (porque no se televisaban los partidos en ese momento o sólo se televisaban algunos) desde el relato incomparable del gran Víctor Hugo Morales supe que Funes había convertido finalmente el gol que aseguraba la Copa, sentí que años y años de frustración habían terminado. ¿Cómo podrían ser años y años si yo sólo tenía 15? Bueno, los hinchas de fútbol tenemos sobre nuestras espaldas las glorias y las penas de nuestro equipo, hayamos o no estado allí. Esa noche sentí que finalmente podríamos mirar cara a cara a los hinchas de Boca que ya había ganado dos Libertadores para ese momento.
Años después, en diciembre de 2018, ya en otro momento de mi vida, con el sol iluminando mi casa y mi caminar, vi desde Buenos Aires como en Madrid River no sólo volvía a ganar la Copa Libertadores sino que, además, le ganaba la final a Boca por 3 a 1. La alegría era doble, no sólo River ganaba sino que era Boca quien perdía. Me acordé de mi papá.
Cuando el partido terminó, me puse una camiseta de River y le puse otra a mi hija, que en ese momento tenía 8 años y a quien el fútbol no le interesa en lo más mínimo, y la llevé a festejar a los alrededores del Estadio Monumental que queda a 15 minutos de mi casa. Estaba repleto de gente. Hubo cánticos de todos los colores (rojos y blancos), pero hubo uno del que mi hija aún se acuerda. Es ese que dice:
"Un minuto de silencio… (shhhh)… para Boca que está muerto" Y agrega el extraordinario "ea ea ea ea ea ea ea e…" (sólo quien habita el fútbol sabrá de qué hablo).
El fútbol no sólo es un juego maravilloso, bello, de estrategia ajedrecística, artístico tanto visual como corporalmente y de azares incontrolables (como la vida), también es la posibilidad de abrazarte con quien no conocés para festejar un gol, sentir un amor inexplicable por una camiseta y unos colores y también (esto me lo enseñó mi papá) "desear" el mal a otro. Un mal pequeño, sin consecuencias, un mal futbolístico. Pero, finalmente, "desear" el mal a otro. Y que no pase nada.
Porque el fútbol es un juego, un juego maravilloso.
El fútbol es un juego.
Por eso no puedo estar de acuerdo con el gran Borges. Y me pregunto cómo un hombre tan enormemente profundo como él, cuyos poemas entran como una daga en el sentir más hondo, puede haber sido tan superficial en su mirada futbolística. Tan básico, tan elemental, tan parecido a quienes él mismo despreciaba.
No.
Me quedo con mi papá, que me enseñó el fútbol, a amar a River y a querer que Boca pierda.
Y me quedo con una canción tribunera que a veces se canta en el (Más) Monumental desde aquel diciembre del 2018.
Por si no la conocen se las paso aquí.
La gente se pregunta
¿qué le pasa a Boca?
¿qué le pasa a Boca
que no existe más?
Ahora yo te cuento
lo que le pasa a Boca
que perdió la Copa,
se murió en Europa
y ya no existe más
Si, si, ya sé… no será un poema de Borges, pero… ¿no es una delicia?