¿Encontraría a la Maga?
Sábado 8 de noviembre de 2025
Casi sin querer el otro día me topé con un programa en Canal (a) en el que se hablaba de Rayuela, la mítica novela de Julio Cortázar.
De Rayuela y de la Maga, el personaje femenino principal, siempre ahí nomás al alcance de la mano y siempre inasible para Horacio Oliveira, el protagonista.
Y me acordé de mí. De cuando leí Rayuela por primera vez (porque la leí 3 veces completa, más allá de las relecturas parciales de capítulos, secciones y fragmentos que hice y seguramente seguiré haciendo).
Tenía 22 años y cuando terminé el libro (la lectura de corrido) entendí dos cosas: Que no había entendido nada y que ese libro había cambiado algo profundo en mí.
Era un tiempo de crisis en mi vida, aunque yo todavía no lo sabía. Un tiempo en el que el clima estaba espeso como esas tardes grises, densas y eléctricas en las que algo está por pasar aunque nada pasa. La tormenta con rayos y relámpagos llegó poco después y visto desde ahora todas las señales allí estaban.
Rayuela fue también un preanuncio.
Su doble verdad: El camino de la razón hasta el absurdo que Oliveira sigue hasta las últimas consecuencias aunque lo deje siempre sólo, mojado y con las manos en los bolsillos de la gabardina en la noche parisina. O el camino de la intuición y del no comprender de la Maga, siempre en el borde, siempre en la orilla, siempre nadando en los ríos metafísicos aunque no los entienda.
También los dos lados: El de aquí y el de allá.
El puente del mágico capítulo en el que Talita se encuentra a varios metros de altura sobre un tablón que está apoyado en dos ventanas en cada una de las cuales hay un hombre que la espera, con la absurda tarea de llevarle un poco de yerba a uno de ellos para que pueda hacerse un mate, en una tarde de verano agobiante en Buenos Aires.
La inconcebible escena en la que el Club de la Serpiente (ese grupo de falsos estudiantes exiliados en París) está reunido en la habitación que alquila la Maga discutiendo sobre jazz y filosofía mientras Rocamadour, el bebé de la Maga, se está muriendo en la cuna. Y Oliveira lo sabe. Y sigue discutiendo mientras piensa "cuando la Maga se de cuenta tendremos que consolarla" y sigue discutiendo… "y vendrá la policía" y sigue discutiendo… "y habrá que sacar al niño" y sigue discutiendo…
El concierto absurdo de la pianista Berthe Trepat en el que Oliveira queda como única persona del público porque los otros 4 o 5 que había se fueron yendo y le da pena irse también aunque no hay nada que desee más y termina acompañando a la pianista a la casa.
Rayuela
"¿Encontraría a la Maga?"
Perdón a quien lee esto y no leyó Rayuela. Seguramente no tiene idea de qué trató el Escrito de los Sábados de hoy. Ocurre con aquello que nos toca tan hondo y que quizá sólo puede realmente compartirse con quien también ha sido tocado.
Como la experiencia del mar o la lluvia o el abismo.
Si la leíste, date una vuelta otra vez por sus páginas, son inabarcables, siempre hay un detalle más que no habías visto.
Y si no la leíste, dale,
no te la pierdas.